Neurorehabilitación

Imaginar que respiras o imaginar que no ¿cómo se aguanta mejor la respiración?

Publicado en el Núm. Diciembre (2021)


Comúnmente, se asocia el entrenamiento con la realización de ejercicios. Sin embargo, la imaginería motora, es decir, la generación de imágenes mentales en movimiento, es también una forma de entrenamiento. Imaginar que realizamos una actividad activa las mismas áreas cerebrales y los mismos circuitos que hacer el ejercicio físicamente. No se activan con la misma intensidad, pero sí con la suficiente potencia como para mejorar el rendimiento físico. La indicación general que se da para realizar la imaginería motora es que la imagen formada debe ser lo más fiel posible a la realidad, imaginando los mismos movimientos que se quieren mejorar de la forma más realista posible.

"Durante la apnea el cerebro recibe una señal de amenaza ante la falta de aire, por ello, recibir información contraria mediante la imaginería motora podría retrasar la señal de alarma"

Por su parte, la apnea se trata de la detención voluntaria de la respiración, es decir, aguantar la respiración. Durante la apnea se retiene la respiración y los músculos respiratorios dejan de moverse. La apnea tiene un punto de ruptura o un momento en el que fisiológicamente no somos capaces de aguantar más la respiración. Es decir, la retención de la respiración dura hasta que sentimos la necesidad de respirar porque el cerebro recibe una señal de amenaza por la falta de oxígeno y surge esta necesidad imperiosa de respirar. Este ímpetu fisiológico es más fuerte que la propia fuerza de voluntad, por lo que acabamos deteniendo la apnea y empezamos a respirar.

La imaginería motora podría ser una alternativa útil para el entrenamiento de la apnea. En relación a esto, Ferreira Dias Kanthack y sus colaboradores, en asociación con la universidad de Lyon, y la fundación CAPES, estudiaron a tres grupos de participantes mientras realizaban apnea en combinación o no con imaginería motora. Los participantes fueron distribuidos en tres grupos, todos ellos realizaron apnea pero, además, uno de ellos imaginaba que respiraba, otro imaginó que mantenía la respiración y el último no realizó ninguna tarea específica de imaginería motora (Ferreira Dias Kanthack et al., 2019).

"La imaginería motora se realiza siendo fiel a la conducta real que se llevaría acabo, pero durante la apnea parece aumentar el rendimiento imaginar lo contrario"

En el estudio se quiso ver qué grupo lograba aguantar más tiempo la respiración. Las sesiones de entrenamiento duraban 30 minutos y durante las mismas se monitorizaba la frecuencia cardiaca o el número de latidos por minuto, la saturación de oxígeno o cantidad de oxígeno que transporta la sangre, y el rendimiento o duración de las apneas, indicando mayor rendimiento un mayor tiempo manteniendo la respiración.

Cuando se analizaron los resultados, se vio que la duración de la apnea era mayor cuando los participantes imaginaban que respiraban con normalidad. Esto podría deberse a la reducción de la excitación fisiológica, es decir, se reduce la necesidad imperiosa de respirar y la sensación de amenaza. Al mantener la apnea, pero imaginar que continuamos respirando, el cerebro recibe diferentes tipos de información. Por una parte, detecta que no estamos respirando, pero, por otro lado, interpreta que sí lo estamos haciendo gracias a la imaginería motora y, por tanto, retrasa el momento en el que sentimos la necesidad de respirar. Además, no solo hubo una mayor duración de la apnea, sino que la frecuencia cardiaca fue menor, lo que hace que se consuma menos energía y aumente así también el rendimiento. Sin embargo, los participantes sintieron una mayor viveza de las imágenes creadas mentalmente al reproducir las características de la conducta real, es decir, cuando se visualizaban aguantando la respiración. Esto podría deberse a que estaban imaginando exactamente lo que en realidad estaban realizando, por lo que la intensidad de las imágenes se vuelve mayor.

Por último, a pesar de que la imaginería mejorase los tiempos de apnea, los participantes indicaron haber percibido mayor rendimiento cuando no imaginaban nada, posiblemente debido al estado de concentración que lograban. Su foco atencional fue aguantar el mayor tiempo posible la respiración, sin aparecer la fatiga mental que supone el proceso de formación de imágenes motoras de forma constante.  

En conclusión, aunque la imaginería motora ha sido siempre aplicada con imágenes mentales fieles a las conductas reales, en el caso de la apnea parece que la creación de imágenes mentales contrarias a la actividad ejecutada produce mayor rendimiento. No se conocen otro tipo de posibles aplicaciones de este hecho, por lo que sería interesante seguir con esta línea de investigación.  

Conclusión

Tras el análisis del estudio se concluyó que, durante la retención voluntaria de la respiración, la imaginería motora con imágenes mentales contrarias a dicha actividad supone un aumento del rendimiento en cuanto a la duración de la apnea. Imaginar que se sigue manteniendo la respiración normal tras el comienzo de la apnea supone un retraso en la necesidad de respirar durante una apnea. Sin embargo, imaginar que no se está respirando refuerza los circuitos mentales de dicha acción y aumenta la señal de alarma que recibe el cerebro de falta de oxígeno y la necesidad de respirar no es retrasada. Sería interesante investigar si este protocolo puede ser beneficioso para su aplicación durante otros procesos o deportes ya que no se conoce en este momento otro campo de aplicación.


Referencias


Ferreira Dias Kanthack T, Guillot A, Saboul D, Debarnot U, Di Rienzo F. Breathing with the mind: Effects of motor imagery on breath-hold performance. Physiol Behav. 2019 Sep 1;208:112583. DOI: https://doi.org/10.1016/j.physbeh.2019.112583

  Cómo citar

García-Pascual, I. (2021). Imaginar que respiras o imaginar que no ¿cómo se aguanta mejor la respiración?. NeuroRehabNews, (Diciembre). https://doi.org/10.37382/nrn.Diciembre.2021.512