El proceso educativo de la fe
Resumen
El educador cristiano, o el grupo de responsables en un determinado centro, que quiera plantearse la educación cristiana de los suyos, deberá tener muy presente aquello de la Catequesis de la Comunidad: «Hay un único proceso permanente de educación en la fe, en el que intervienen -en mutua relación y complementariedad- varias acciones educativas: la educación cristiana en la familia, los períodos intensivos de catequesis propiamente dicha en la comunidad, la enseñanza religiosa escolar ... » (núm. 244).
Este «proceso» iniciado en la familia, continuado en la escuela, deberá completarse en la comunidad cristiana a través de la catequesis. Esto no significa que durante toda la vida haya que mantener el mismo ritmo y estilo de trabajo. El proceso que educa la fe de la persona y de los grupos, admite momentos muy diferenciados: unos más intensos y sistematizados (las etapas de escolarización, por ejemplo), otros momentos de este proceso permiten una mayor elasticidad (en la edad adulta, cuando el creyente ha alcanzado una cierta madurez en su fe, por ejemplo). Sin embargo, el Sínodo de 1977 nos recuerda la necesidad de una educación ordenada y progresiva de la fe. Asimismo es importante plantearse el proceso educativo de la fe desde su complejidad y pluralidad. Normalmente se le identifica única y exclusivamente con la catequesis. Pero ella no es más que una de las acciones que permiten el proceso, como ya hemos visto. No se podría iniciar esta acción, sin haber asegurado un mínimo de disposiciones, unas actitudes básicas humanas, un ámbito propicio capaz de permitir la comprensión y la capacitación de un «proyecto nuevo de hombre», según el
plan salvífico de Dios. Por eso el «Proceso que educa la fe» comprende, al menos en los tiempos
de la infancia y preadolescencia, tres acciones conjuntas, desde tres ámbitos diferenciados: la familia, la escuela y la comunidad cristiana.